jueves, 20 de diciembre de 2012

De la jungla amazónica hasta las faldas del Teide.

Por suerte para nosotros, no hubo ningún retraso, cosa habitual debido al clima de la selva, y nuestro avión salió puntual, dejándonos a media mañana en la ciudad de La Paz.
El Mirador de los amantes, Miraflores, Lima.

Con un taxi nos desplazamos hasta la terminal de autobuses y una vez en ella compramos billetes para el autobús que hacía el mismo recorrido de regreso a Puno, Perú, que el que habíamos tomado para venir hasta aquí. Teníamos por delante unas cuatro horas de espera, pues nuestro transporte no partía hasta el mediodía.
Ya con la mente y la preocupación puesta en alcanzar el objetivo de Lima en los pocos días que nos quedaban, y como la conexión gratuita a Internet de la estación de autobuses ese día no funcionaba bien, decidimos dar un último paseo por el centro, y allí, se nos ocurrió acercarnos hasta el hotel en el que nos habíamos alojado las veces que habíamos hecho escala en La Paz antes de partir hacia los dos puntos que habíamos visitado en Bolivia, el hotel Majestic, para pedir el favor de que nos dejaran usar su conexión, para buscar vuelos desde las cercanías de Puno hasta Lima.
Las Islas Ballestas, Paracas.

Ese día, el recepcionista era un hombre joven, de ascendencia indígena, al que no habíamos conocido en las otras ocasiones, y al pedirle que nos dejara subir a la cafetería para conectar nuestro pequeño portátil a su red, se negó con rotundidad, alegando que el wifi era sólo para clientes.
- Nos hemos alojado en varias ocasiones aquí, míralo si quieres, y son solo unos minutos…
Nada, no hubo manera de convencerlo.
Su actitud obtusa y su arrogancia fueron tales, que justo cuando me iba a enfadar, me lo pensé mejor, y sobre la marcha, organicé en mi cabeza la revancha…
Le dije a Marijose, que estaba completamente indignada por la chulería de este individuo, que se tranquilizara, y le pedí que nos saliésemos del hotel. En la mismísima puerta, nos sentamos y sacamos nuestro mini computador, que desde allí recibió la señal del wifi, y como ya teníamos grabada la contraseña, accedimos a Internet. Tranquilamente comenzamos a “rastrear” vuelos en distintas compañías y en los buscadores.
Unas cuantas veces salió el recepcionista, con cara furiosa, a ver qué es lo que estábamos haciendo, y yo, provocativamente le mostraba la pantalla del ordenador y le sonreía saludándole levantando el dedo pulgar: - Hola, ¿Qué tal…? – y se volvía dentro, más enfadado aún. Quedó como un tonto, por tonto…
Las dunas en el oasis de Huacachina.

No encontramos ningún vuelo al alcance económico que nos conviniese, y después de un rato, nos volvimos a la terminal, para tomar nuestro transporte a Puno.
El camino de vuelta, como ya comentamos, fue exactamente el mismo que al venir, pero esta vez, cruzamos el curioso estrecho de Tiquina de día, el paso fronterizo a media tarde, y arribamos a Puno ya de noche.
Al salir de la estación de autobuses, con nuestras mochilas a la espalda, caminábamos en dirección al hotel Arequipa, donde nos habíamos alojado la última vez, pero un señor nos abordó por el camino ofreciéndonos el suyo. Regateamos y conseguimos un precio un poco inferior al que ya teníamos y aceptamos ir a verlo sin compromiso.
El hotel Gran Puno Inn, estaba en la misma calle, y justo enfrente del Arequipa que ya conocíamos, y a pesar del aspecto poco agraciado de la entrada, por dentro tenía un patio interior realmente bonito y agradable, además la habitación que nos proporcionaron, era de muchísima más calidad que la del otro hotel, o sea que por 10 Soles menos por noche, salimos ganando.
 El Mirador de Carmen Alto, Arequipa.

Después de la ducha correspondiente, salimos a la calle peatonal principal, Jirón Lima, en busca de nuestro restaurante favorito donde cenamos pizza y al terminar, preguntamos en un par de agencias de turismo por billetes de avión. Estaban carísimos.
Preguntamos también por los autobuses nocturnos, como último remedio para subir hasta Lima, pero nos enteramos que para mañana mismo, había prevista una huelga con manifestaciones de profesores, y sobre todo de mineros, que estaban cortando las carreteras, y habían muchas revueltas con la policía, por lo que se nos estaba complicando un poco más si cabe el retorno con esa segunda opción, ya con tan sólo dos días.
Al día siguiente, nos levantamos temprano y localizamos antes incluso de que éstas abrieran al público, las oficinas de la compañía aérea LAN. Por sorpresa, tanto para nosotros que habíamos indagado ya por Internet y no habíamos encontrado nada para esos días, como para la chica de la agencia, que supuso que alguien había renunciado a esas plazas, para esa misma tarde, tenía dos plazas desde el aeropuerto de la próxima ciudad de Juliaca, a un precio según ella, normal. En realidad, 200 Dólares por persona, caro para nuestros bolsillos, era lo más barato que habíamos visto por los vuelos internos en Perú, que siempre, mientras estuvimos buscando allí, nos parecieron exorbitados, y ante la convulsa situación del lugar, decidimos pagarlo y tener más margen de maniobra por si acaso…
El Mirador Cruz del Condor, cañón del Colca.

Antes de pagar los billetes de avión, la chica de la agencia, nos recomendó que pasásemos por la oficina de una agencia que se dedicaba a hacer transportes al aeropuerto, Rosy Tours, para asegurar nuestro traslado, y así lo hicimos.
La trabajadora de esa agencia, hizo sus oportunas llamadas y quedó en que un microbús, pasaría a recogernos sobre las 12:00 del mediodía directamente en nuestro hotel…
Mientras paseábamos en el camino de vuelta al hotel para informar de que dejábamos la habitación y nos íbamos, nos encontramos con grupos de manifestantes, y con muchas pancartas de protesta ante los recortes en educación que quería imponer el gobierno de ese país, y nos dijimos a nosotros mismos que habíamos hecho bien en pagar los caros billetes de avión para asegurarnos por lo menos, el llegar a tiempo de tomar nuestro avión de retorno a casa.
Las Ruinas de Saqsayhuamán, alrededores de Cuzco.

Lo que pasó, es que ese bus nunca llegó, así que después de más de una hora de espera, tomamos un taxi y nos presentamos en la oficina, donde otras cuatro personas esperaban al transporte. Marijose, exigió que la empleada de la oficina, pagara el taxi, y así se hizo.
Mientras que las otras personas esperaban tranquilamente sin inmutarse por la tardanza, nosotros nos pusimos un poco bordes con la chica de la agencia, que tampoco parecía muy preocupada del asunto. Tanto le dijimos, sobre todo Marijose, que le explicaba de malos modos que si perdíamos este avión, perderíamos el de retorno a España y que entonces los haríamos responsables a ellos, que al final, se decidió por fin a tomar el teléfono y llamar al conductor.
Pendientes de la conversación telefónica, agudizando el oído, nos quedamos con la boca abierta cuando oíamos lo que se decían. El chófer, por lo visto, se había ido a su casa a almorzar, y se había dado una siesta de homenaje, y si la “sangre de horchata” de la agencia no lo hubiese llamado, no se hubiese despertado…
El Valle Sagrado.

Apareció por fin nuestro transporte. El conductor, con cara de haberse despertado hacía cinco minutos, con su cara dura, comenzó a meternos prisa y una vez a bordo, comenzó a circular como si de una carrera se tratase, y cuando casi choca con otro vehículo, ya no me pude contener y le dije: - ¡Vete a chocar ahora para que lo arregles ya bien! –
Él se intentó excusar, alegando que se nos había hecho tarde y que tenía que ir rápido para que llegásemos a tiempo al aeropuerto, a lo que Marijose le contestó contundentemente:
- ¡Entonces haber llegado hace dos horas, que es cuando teníamos que haber salido, en lugar de acostarte a dormir y poner ahora nuestras vidas en peligro…! ¡Y como no lleguemos te vas a enterar…! –
Al aproximarnos a la ciudad de Juliaca, el panorama que nos encontramos fue dantesco.
El Machu Picchu.

Las carreteras, estaban completamente llenas de obstáculos, enormes piedras, bidones incendiados, latas y demás basuras, que daban fe de una enorme revuelta entre manifestantes y policías, y precisamente, un control policial, informó a nuestro conductor que debería tomar un desvío para poder llegar hasta el aeropuerto, ya que el centro de la ciudad estaba totalmente bloqueado por este motivo.
Con la enorme tensión de ver que se nos estaba haciendo tarde, nuestro conductor conducía dibujando eses, esquivando los artefactos arrojados a la calzada, hasta que en un cruce nos quedamos bloqueados por unos coches que estaban obstaculizando el tráfico.
Los hasta ahora impasibles viajeros peruanos que nos acompañaban en el transporte, también se pusieron nerviosos, y uno de ellos, llegó a bajarse del microbús para encararse los conductores de esos vehículos, quienes después de unos minutos de discusión, se apiadaron y se apartaron para que pudiésemos continuar nuestra vertiginosa contrarreloj.
El Lago Titicaca.

Con gran fortuna, como unos meses atrás, cuando casi perdemos el vuelo de Hanoi a Bangkok, llegamos hasta la facturación de nuestro vuelo, corriendo como posesos por el aeropuerto, justo cuando las azafatas de tierra estaban cerrando, y gracias a la excusa de las manifestaciones, tuvieron la diligencia de dejarnos facturar y embarcar.
Misión cumplida, y nos sobraba todo un día en Lima, para recorrer nuevamente alguno de los lugares de la ciudad por donde habíamos paseado al principio de esta aventura.
Nos alojamos nuevamente en el Hostal José Luis, en la zona de Miraflores, donde la simpática y amable dueña, nos reconoció nada más vernos entrar por la puerta. A pesar de que estaba a tope de clientes, se las ingenió para darnos una pequeña habitación para la primera noche y otra para la segunda que en principio tenía también reservada, pero alguna gestión hizo que le agradecimos para no tener que estar buscando otro lugar.
El Salar de Uyuni.

Volvimos a pasear el centro de Lima, su bonita plaza de Armas y descubrimos los alrededores que se nos habían escapado la primera vez que estuvimos allí, almorzamos de menú, temprano y bien en un modesto restaurante para trabajadores, integrados ya como dos peruanos más, y después de asistir a otro cambio de guardia, cansinamente fuimos bajamos hasta las playas de la zona de Miraflores, donde dejamos pasar el tiempo hasta que cayera el sol, para acabar el viaje un poco nostálgicos.
Otra historia fue el cómo no, que raro, retraso en el vuelo de nuestra compañía española, de unas cuatro horas, lo que nos obligó a tener que retrasar también nuestro vuelo para volver desde Madrid a Tenerife…pero es que lo spanish is diferent…
La laguna Colorada, Altiplanicie boliviana.


Una vez más, tengo que dar las gracias a mi compañera de viaje, tanto de estos como del viaje más largo, el de la vida, a Marijose, por tener tanta determinación, por tener el don de saber imponerse cuando tiene que hacerlo, por saber llevarme en las circunstancias difíciles que siempre surgen en este tipo de viajes. Por saber sufrir y por saber hacerme disfrutar compartiendo cada rincón del mundo que descubrimos juntos, sea bonito o no, pues como dice ella, qué más da que lo sea, lo importante es que no lo conocías y ahora estás viéndolo con tus propios ojos, sin necesidad de que venga nadie a decirte si vale o no vale la pena, pues cada cual, tiene sus propias experiencias y conclusiones.

 

Las Pampas, la amazonía boliviana.
 
Realmente nos gustó mucho este viaje, más de lo que yo pensaba al principio.
Y eso que antes de realizarlo di mucho “la lata” con que quería volver a Asia.
Pero es que, como también dice Marijose, hay tanto mundo que ver y es tan poco el tiempo del que disponemos….

Nos gustaron las personas, las ciudades, la gastronomía, la cultura, tanto la Inca y sus vestigios como la pos hispánica, los extraordinarios paisajes bajo un clima durísimo, y como no, la impresionante naturaleza y su hermosa fauna.
Para nosotros, Perú y Bolivia, dos personas modestas, dos viajeros modestos, nacidos en una pequeña isla turística al otro lado el mundo, Tenerife, cuyos lugareños somos apodados cariñosamente como “chicharreros” por los habitantes de las otras islas de nuestro archipiélago, Canarias, por un pez, familia de las sardinas, que se da en nuestras aguas, el chicharro, han sido dos países de dimensiones y de contrastes épicos, que recomendamos fervientemente, y para ello, les dejamos nuestro “granito de arena”, compartiendo la narración de nuestra experiencia, anécdotas, fotografías y vídeos caseros… y, para que si por lo que sea, no pudieran o no quisieran ir en persona, lo puedan revivir junto a nosotros.
Sólo con eso, ya somos felices.
¡Saludos, viajeros!


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja aquí tu comentario: